
Andreas Umland, analista del Centro de Estudios de Europa del Este de Estocolmo (SCEEUS)
Fuente: Ukrainska Pravda
A principios del siglo XIX, uno de los fundadores de la ciencia militar moderna, el general e historiador militar alemán Carl von Clausewitz, comentó sobre las guerras napoleónicas: «El conquistador siempre es pacífico; preferiría invadir nuestro estado discretamente».
Esta observación sigue siendo válida para la mayoría de las agresiones militares. Sin embargo, tras el inicio de la guerra ruso-ucraniana en 2014, la gran mayoría de los europeos ignoró esta idea básica de Clausewitz al intentar explicar el comportamiento de Moscú.
En cambio, para 2022, la mayoría de los políticos, diplomáticos y comentaristas europeos se basaban en una suposición errónea. Es decir: si el Kremlin declara públicamente intenciones pacíficas hacia Kyiv, significa que se pueden y deben entablar negociaciones para suavizar los objetivos y el comportamiento de Rusia en Ucrania.
Este falso axioma ignoró el hecho de que en 2014 Putin simplemente prefirió tomar Ucrania de forma no violenta en lugar de lanzar inmediatamente una campaña militar contra Kyiv. Cuando Rusia anexó Crimea e invadió encubiertamente el este de Ucrania hace 11 años, la guerra en sí no benefició al líder del Kremlin ni a su séquito.
Putin prefirió debilitar al Estado ucraniano con la ayuda de agentes y colaboradores rusos, utilizando fuerzas insignificantes, en lugar de ocupar por la fuerza la mayor parte del territorio ucraniano con decenas de miles de soldados rusos regulares.
En los últimos tres años, el papel de la invasión militar de Ucrania para el régimen de Putin ha cambiado, al igual que la comprensión de Europa sobre los motivos y el comportamiento de Moscú.
Por un lado, la propia guerra ha asumido una función estabilizadora para el sistema político ruso. Este último, por cierto, se basa en una ideología cada vez más extremista, una economía militarizada y una sociedad movilizada.
Por otro lado, en el contexto de los sombríos acontecimientos que hemos presenciado desde 2022, la mayoría de los políticos, diplomáticos y expertos europeos tienen menos ilusiones que hace 10 años sobre la supuesta naturaleza pacífica de Putin.
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