Bogdán Cherniavski: El Rostro de la Capitulación

Bogdán Cherniavski, Director Ejecutivo de la Fundación Ucraniana Americana para la Libertad.

Fuente: Kyiv Post

Desde el inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, ha surgido una tendencia inquietante en la sociedad occidental. Algunas voces, en todo el espectro político, no alzan la bandera rusa, pero tampoco se solidarizan con Ucrania. En cambio, camuflan sutilmente su evasión moral bajo la apariencia de objetividad académica, socavando insidiosamente el derecho mismo de Ucrania a existir y luchar por su libertad. Recuerden: esto no es neutralidad. Es una capitulación vergonzosa, envuelta en un manto de pseudointelectualismo. Y es peligrosa.

Estos argumentos a menudo parecen sorprendentemente lógicos: Rusia fue provocada por la OTAN, Ucrania es demasiado corrupta, su resistencia es solo una guerra indirecta y, lo más importante, «paz» a cualquier precio, sin que el agresor rinda cuentas. Estas posturas no son solo una discusión inocente. Son una excusa retórica para la agresión.

Consideremos la afirmación de que la OTAN provocó a Rusia. La expansión de la OTAN es un tema legítimo de debate. Pero usarla para justificar la guerra exime a Moscú de responsabilidad y niega la soberanía de Ucrania. Ucrania, como cualquier otro Estado, tiene derecho a determinar sus propias alianzas. Pensar de otro modo alimenta las ambiciones imperialistas.

Otra afirmación común es que Ucrania es demasiado corrupta para merecer protección. Sí, la corrupción existe en Ucrania, como en muchos países mucho más estables y seguros. Pero ningún nivel de corrupción justifica una invasión. Al contrario, bajo la presión de la guerra, Ucrania ha implementado importantes reformas y continúa luchando no solo por su supervivencia, sino también por los valores democráticos. Esto no es motivo para alejarse del país, sino para apoyarlo.

Hay voces que dicen que Ucrania es solo una moneda de cambio en un gran juego entre Estados Unidos y Rusia. Esta es una afirmación cínica y extremadamente simplista. Los ucranianos se resisten conscientemente. Han elegido el camino democrático. Devaluar a sus víctimas llamándolo estrategia ajena es privarlas de su propia voluntad y dignidad.

Además, persisten los llamados a un alto el fuego inmediato, que se presentan como garantía de paz. Pero la paz sin justicia no es paz, sino apaciguamiento del agresor. Un alto el fuego que legitima la ocupación y silencia los crímenes de guerra no es una solución, sino complicidad en un crimen. Los ucranianos no luchan por la guerra. Luchan porque saben lo que les espera si deponen las armas.

Estas narrativas no son solo la voz de los marginados. Se infiltran en centros de estudios, consejos editoriales y se viralizan en línea. A veces son generadas por radicales de derecha que simpatizan con líderes autoritarios y son hostiles a la democracia. A veces son propagadas por intelectuales de extrema izquierda que rechazan cualquier influencia de la política exterior estadounidense. Y a veces son apoyadas por centristas y «realistas» dispuestos a ceder principios en aras de una estabilidad ilusoria.

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